sábado, 22 de enero de 2011

Yo elegí confiar en Dios ¿y tu?

“No permitas que las crisis se apoderen de ti, comienza a ver las oportunidades y de seguro vas a triunfar”.Se ha fijado que la palabra más popular de estos tiempos es “crisis”.

Leemos la prensa o vemos las noticias en televisión y nos encontramos con la crisis, estamos en el trabajo o en el hogar y lo que escuchamos es crisis, esto por supuesto hace que mucha gente cristiana y no cristiana se paralizen y no avanzen por temor a la crisis. ¿Eres tú de esas personas que se han detenido ante la crisis o eres de las que avanzan en búsqueda de lo extraordinario?

La vida es un asunto de actitud y la actitud es un asunto de decisión, y yo elijo que actitud voy a tomar ante las crisis, los problemas o situaciones que se me puedan presentar, podemos optar por una actitud positiva o una actitud negativa. La actitud positiva hace la diferencia porque busca solucionar problemas, no es que deja los problemas así y no le importa, una persona con actitud positiva busca siempre resolver, disfruta las circunstancias, ve mas oportunidades y vive la vida con entusiasmo.

Una persona con actitud positiva tiene presente lo siguiente:
No eligió las circunstancias que le tocó vivir, pero si eligió cual actitud manifestar.
Se esfuerza por desarrollar una actitud positiva y no soltarla.
Sus acciones están determinadas por su actitud.
La actitud de su gente o entorno es un reflejo de la suya.

“Dios decide por lo que vamos a pasar. Nosotros decidimos como lo vamos a pasar”.

Es tu decisión como decidas pasar el día de hoy, es tu decisión si decides confiar en Dios para todos los asuntos de la vida. Si crees que tu matrimonio tiene solución o no tiene solución es tu decisión. Si crees que puedes salir de esa deuda financiera o no puedas salir es tu decisión, todo está en tus creencias y donde pones la confianza. Los límites los tenemos nosotros en nuestras mentes.

Hay una historia en la biblia en el evangelio de Mateo 8:5-10,13, donde un centurión romano se acerca a Jesús a pedir por sanidad para su sirviente que sufría muchos dolores y no podía moverse. Jesús le dice que él ira a sanarle pero el centurión le dice que no es digno de que El entre a su casa, que solamente ordene la palabra y el enfermo sanará. Wow, Jesús se asombra y dice que ni en Israel había conocido a alguien que confiará tanto como este extranjero y mas adelante Jesús le dice que como creíste así sucederá. Aquí podemos ver la actitud del centurión, el pudo haber hecho varias cosas: pedir que Jesús fuera a su casa, mandar a un soldado con el mensaje, buscar otro sirviente sin que le importara los dolores del otro, sin embargo el busco soluciones y siendo extranjero se acercó a Jesús, se esforzó en acercarse al maestro y eligió poner toda su confianza en Dios al pedirle que ordenara, que dijera la palabra de sanidad y el enfermo sanaría. Jesús puede elogiar esta actitud con asombro, se maravilla de la fe del extranjero y le afirma que como creíste así va a suceder.

Algunas preguntas que me gustaría hacerte: ¿Qué es lo que estás creyendo para tu vida? ¿Qué es lo que esperas que suceda en tu matrimonio, en tus relaciones, tus negocios, tus finanzas? ¿Eres capaz de asombrar al Maestro? ¿Cómo es tu actitud ante la vida? ¿Estas confiando en Dios para tus problemas, necesidades, tentaciones?

Mi actitud determinará mis acciones. Puedo ser victima o protagonista, puedo ser bendición o maldición, puedo ser esclavo o libre, puedo confiar en Dios o no confiar es mi decisión.

Hoy es el mejor día para confiar en Dios y disfrutar de todo lo que nos da, busca tu resultado extraordinario.

Yo elegí confiar en Dios ¿y tu?

domingo, 28 de noviembre de 2010

Un poco de cine...


Simplemente algunas ideas de la narratología, el nuevo método para acercarse a la Biblia recreándose en cada escena y dejando la imaginación posicionarse de los diferentes personajes y diálogos que presentan las historias del relato bíblico.

Quien narra está mirando desde afuera de la historia, es un narrador extradiegético, simplemente describe lo que ve en “la pantalla”.

Además el autor bíblico nos sitúa en una situación especial, cuando el pueblo de Israel sale desde el monte Hor, ubicándonos en la ruta del Mar Rojo, bordeando la tierra de Edom. Los personajes que aparecen en escena son el pueblo que murmura, Dios que actúa y finalmente Moisés, el representante humano del Cielo. Dios le da varias lecciones al pueblo en esta oportunidad: las consecuencias de la murmuración constante; sólo Adonai es quien los sostiene y los libra de las dificultades; prefiguración del Mesías y la trascendencia de su sacrificio.

Encontramos un cuadro: los israelitas que ante su murmuración son atacados por serpientes venenosas y comienzan a morir hasta que reconocen su pecado y Dios le da la solución por medio de Moisés. A continuación presentamos los diferentes planos de esta película apasionante…

Voz en off: “Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del Mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron…y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés. (Panorámico)

- ¿Para qué nos trajeron ustedes desde Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Estamos cansados de comer este pan liviano! (1er plano)

Voz en off: Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. (Panorámico)

- Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. ¡Por favor ora a Dios para que quite de entre nosotros las serpientes! Dijo el pueblo a Moisés. (Plano medio: Moisés y el pueblo en diálogo)

Moisés intercedió ante Dios por el pueblo y el Señor le dijo:

- Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que hayan sido mordidos que la miren, vivirán. (1er plano: Dios en diálogo con Moisés)

Voz en off: Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían.” (Plano medio a panorámico: Moisés construyendo la serpiente y el pueblo mirando el estandarte)


Al final del relato ocurre una reiteración, recurso literario semita que presenta la realidad y el desenlace de la escena. Se escriben las palabras de Dios a Moisés, y luego se pone de manifiesto que Moisés actúa en consecuencia al pedido de Dios. Se deja de manifiesto un marcado contraste entre la obediencia del líder espiritual y el pueblo “cabeza dura”. Al igual que la fidelidad de Dios al cumplir su palabra.

Sin dudas este suceso histórico es tomado por Jesús en su entrevista con Nicodemo a fin de ilustrar su protagonismo en la historia de la redención humana.

Jesús dio la pincelada justa para que el fichero teológico de Nicodemo se ordenara en función suya. Y esta fue, es y seguirá siendo la clave de la interpretación correcta de las Escrituras y del Cristianismo.
Mirar a Jesús, y al Jesús crucificado es la clave de nuestra vida aquí y en la eternidad.
Simplemente…
Míralo! Él hará lo demás…

Que Dios te bendiga en tu decisión.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Reflexionemos - parte 3


Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”. (Núm. 21:7)

El pueblo se humilló delante de Dios, sabiendo que eran falsas sus acusaciones contra él. Y Moisés intercede por el pueblo.

Lecciones: Cuando te humillas y reconoces que los caminos que Dios elije para ti son los mejores. Cuando quebrantas tu yo en la cruz de Cristo. Cuando buscas el propósito de Dios para tu vida. Cuando “agachas tu cabeza” y decides con humildad vivir obedientemente. Cuando reconoces tus culpas y errores. Cuando percibes que Dios te está llamando…

En esos momentos Dios mira la cruz y prima sobre ti la gracia divina. Mira el sacrificio de Jesús y perdona tu pecado. Mira las heridas de los clavos y te entrega su perfecta justicia porque Él fue desnudo para que nosotros seamos vestidos.

Es interesante que en el original hebreo se traduce: “que quites de sobre nosotros la Serpiente”, aquí encontramos que el pueblo de Israel tiene conciencia de la existencia del mal, un poder extraño y superior a ellos en la representación de una serpiente, probablemente la que hizo caer a Eva, la Serpiente antigua que el Diablo y Satanás.

Sin dudas están padeciendo allí en medio del desierto como nosotros, infectados por el veneno del pecado en el desierto de la vida…

Pero…


Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.” (Núm. 21: 8)

Coloca una réplica de la clase de serpientes que eran una plaga para el pueblo sobre un asta. La palabra traducida "asta" es la que se usa para un estandarte militar. Es la que aparece en Éxodo 17: 15: Jehová-nisi, "Jehová, mi estandarte". También una "bandera" (Sal. 60: 4), "pendón" (Isa. 11: 10) y "bandera" (Jer. 51: 27). No importa lo que fuera, el asta era lo bastante alta como para ser vista por todo el campamento.

Lecciones: Dios propone la solución ante nuestro clamor. Ahora bien, Dios coloca la salida ante nuestros ojos, pero ¿creemos en ella y avanzamos para ser libres? Si crees mirarás la serpiente en el asta, no porque tenga poder curativo en si misma, sino porque ejercerás la fe en aquel que brinda sanidad a la humanidad.

Dios coloca delante de ti el asta, un estandarte con la solución definitiva para la el virus mortal del pecado. Está en cada creyente mirar a aquel que fue levantado para redimir la raza caída.

Y allí en el desierto, mientras el veneno recorre el torrente sanguíneo comienza el antídoto de la fe a surgir efecto neutralizando así el virus invasor. Por la fe somos salvos, pero debemos mirar el estandarte a fin de poder ser salvos en Aquel que fue levantado.

Sólo hay vida en Aquel que nos moldeó a su imagen y semejanza con sus propias manos…

y…

Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”. (Núm. 21:9)

La gente sabía que la serpiente era un símbolo del Salvador venidero. También se daba cuenta de que no era suficiente tan sólo mirar a la serpiente, sino que la mirada debía ir acompañada de fe, puesto que no había curación en la serpiente misma. Era posible contemplar la imagen sin ser curado, si no se empleaba fe en Dios como el Sanador divino. De la misma manera, no tenían valor las ofrendas si no iban acompañadas por la fe (ver Juan 3: 14, 15; PP 457, 458).

Satanás sigue fastidiándote, pero no tiene poder sobre ti porque estás parado sobre la Roca Fuerte de la Eternidad. Ya tus ojos no se distraen de la eternidad y de la salvación que el Cielo te ha regalado. No fueron quitadas las serpientes, pero si inútil su veneno. Los problemas y adversidades continuarán, pero Dios estará con su mano fuerte sosteniéndote y librándote de las serpientes de esta vida y más aún de las consecuencias terribles del pecado.

Mira a Aquel que lo entregó todo por amor a nosotros y aún intercede ante el Padre por nuestra salvación.

Recuerda que pronto viene a reclamarte como suyo.

¡Espéralo!

Reflexionemos - parte 2

“¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”. (Núm. 21: 5 up)

La forma del verbo hebreo que aquí se usa es otra señal de su impaciencia creciente. La forma es causal: "Nos hiciste subir". Nos trajiste a este “lugar de mala muerte” donde, aunque había abundancia de alimento, se rebelaban por la monotonía de su dieta celestial. Llaman al maná como un pan liviano: la palabra hebrea traducida "liviano", que no aparece en ninguna otra parte de la Biblia, proviene de la raíz "ser liviano", es decir, tenido en poca estima. El pueblo pensaba en los alimentos sabrosos y variados de Egipto.

Lecciones: El siguiente paso es buscar culpables de aquellas consecuencias que nos sobrevienen, siempre debe haber un responsable externo de los acontecimientos. No somos lo suficientemente maduros en reconocer que buena parte de las situaciones que debemos enfrentar son producto de nuestras propias decisiones equivocadas.

Al estar sumergidos en estas situaciones, comenzamos a quejarnos por aquello que no tenemos y que quisiéramos tener. Tratamos de alzar nuestra voz en reclamo de aquellos que justo o proclamando lo que es injusto. Intentamos de justificar nuestra angustia, desánimo, frustración, rabia, enojo, descontento, soberbia… ¿Hasta cuando tentaremos a Dios con nuestra indiferencia y murmuración? Pero Dios reacciona…

Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel”. (Núm. 21:6)

Aparecieron literalmente "las serpientes, las ardientes" (literal). La palabra traducida "ardientes" aparece en otras partes como "serafines" (Isa. 6: 2, 6). Proviene de la raíz "arder" (Jos. 11: 9; Isa. 44: 16; Eze. 43: 21). Las serpientes fueron llamadas ardientes debido a la inflamación violenta causada por su mordedura (PP 456).

Y en esta oportunidad murió mucho pueblo de Israel. Las muertes se debieron a que se retiró la mano protectora de Dios. La parte de la región por donde viajaban estaba infestada de serpientes, escorpiones, etc. (Deut. 8: 15); de ahí que cada día se vieran milagros de la protección divina. Pero el Señor repentinamente retiró su protección y permitió que las serpientes atacaran al pueblo.

Lecciones: No podemos sorprendernos del resultado de nuestra actitud para con Dios. No hace esperar su reacción ni respuesta a fin de restaurar al hombre, a veces con mano suave y otras con mano dura, pero siempre con amor. Pasamos dándole argumentos a Satanás para ser tentados por él, por esto no se extrañes de tu “mala racha”, que proviene de tus propias decisiones y por la intervención restringida de los agentes del mal.

No podemos siempre echarle la culpa al “pobre Diablo” porque muchas veces las cosas malas que nos sobrevienen son producto de nuestras propias decisiones autosuficientes.

Aunque hay solución para todos nuestros problemas cuando reaccionemos y corrijamos nuestro camino. De nosotros dependerá el tiempo y Dios tendrá la última palabra. Pero ante un arrepentimiento genuino, nuevamente somos dignos de su confianza y Dios nos vuelve a otorgar otra oportunidad: Dios es un Dios de segundas oportunidades…

Reflexionemos - parte 1


La Biblia es un libro espiritual... Meditemos en los textos escogidos de nuestra perícopa a fin de extraer lecciones espirituales para nuestra vida hoy.

Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino”. (Núm 21:4)

Se había hecho necesaria una alteración de la ruta elegida, pues se les había negado el paso por Edom. Ahora estaban en camino hacia Ezión-geber (Deut. 2: 8), dando la espalda a la Tierra Santa. En cuanto a los lugares donde acamparon entre Cades y la región de Moab.

El rumbo de la marcha de Israel se dirigía hacia el sur, pasando por el Arabá, y por la frontera meridional de Edoin, desde donde continuaba hacia el este. Finalmente, volviendo hacia el norte, pasaron al este tanto de Edom como de Moab (PP 454, 461).

Y "en el camino" hubo varios factores para provocar el desánimo. La parte del territorio por el cual estaban viajando, el Arabá, es tina planicie árida sembrada de piedras y arena y generalmente calurosa y seca. Además, sabían que viajaban dando la espalda a Canaán; iban alejándose en vez de entrar en ella.

Lección: Cuántas veces nos hemos desanimado por las circunstancias del camino, de nuestro alrededor. No basta sólo con saber que podríamos estar peor, o en situaciones más difíciles como otros están. Un desánimo que viene acompañado de la desconfianza en Dios, conduciendo al individuo a la frustración y la angustia. Es como un sueño pesado y largo donde tan solo se escucha el silencio de Dios que es ensordecedor. Es muy fácil para nosotros desanimarnos cuando delante de nosotros solamente encontramos “pared”, donde no podemos visualizar una salida de escape…es allí donde…

“Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés:”(Núm. 21: 5 pp.)

Lecciones: Generalmente el desánimo se expresa, hablando y enfocándonos en aquello que no podemos vencer. ¿Quién es el responsable final de todo lo que pasa? Si pensaste en que Dios lo es, eres un ser humano normal y corriente. ¡Bienvenido al club de aquellos que incriminan a Dios en relación al sufrimiento humano! Pero no solamente inculpamos a Dios sino que murmuramos contra sus representantes, porque a ellos los podemos ver.

A raíz de las diferentes viscisitudes de la vida se escuchan frases como: “Eso dices porque a ti no te está pasando”, “que vas a saber tu de lo que estoy sufriendo”, “ojalá nunca te toque”, “sólo yo se cuanto duele esto y lo injusto que es”, “¿para qué vamos a orar si Dios no nos escucha?”, “¿para qué ir a la iglesia si Dios me ha dado la espalda?”, “estoy cansado de orar y orar sin tener respuestas”…

Típico ser humano, enfrentarse a Dios y a sus siervos a fin de reclamarle, en esta oportunidad…

viernes, 26 de noviembre de 2010

Implicaciones Teológicas

Los Israelitas tuvieron que rodear Edom porque no podían pasar a través de su territorio (ver Núm. 20:18-21), prolongando mucho su viaje hasta la frontera oriental de Canaán. El pueblo se impacientó y elevó su queja acostumbrada de que Dios y Moisés los habían sacado de Egipto para matarlos en el desierto, donde no había alimentos ni agua. Además, añadieron su disgusto por el maná que Dios les había proporcionado cada día: “Ya estamos hartos de esta pésima comida” (Núm. 21:5)

En Tabera el Señor había enviado fuego para advertir a los murmuradores (Núm. 11:1). Ahora envió “serpientes venenosas” para castigar al pueblo, y muchos de los que fueron mordidos murieron. En algunas versiones, respondiendo al original, se las llama “serpientes ardientes” que probablemente describían el dolor causado por su veneno. Como en Tabera, los aterrorizados israelitas suplicaron a Moisés que orara por ellos, lo cual él se apresuró a hacer (Núm. 20:567; Núm. 11:2). Durante el incidente de Tabera, Dios había apagado el fuego para beneficio de todos (Núm. 11:2), pero esta vez condicionó el remedio a la fe de la persona. “Y el Señor le dijo a Moisés: - Hazte una serpiente, y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían” (Núm. 21:8,9).

Solo cuando miraba podía una persona recuperarse. Si alguien que había sido mordido se negaba a creer en el poder de Dios revelado a través de la obra de su siervo Moisés, tenía completa libertad para decir: ` ¡No piensen que voy a hacer esa estupidez de pretender que me voy a sanar simplemente mirando un pedazo de bronce!`. No hay problema. Puedes seguir adelante y simplemente morirte de dolor. La elección es tuya. Pero si cambias de modo de pensar antes que sea demasiado tarde, simplemente mira. ¡Era un poderoso incentivo, al menos para darle una oportunidad a la fe!

La serpiente de metal no tenía poder mágico en sí misma (aunque más tarde el pueblo la adoró y tuvo que ser destruida: 2 Reyes 18:4). Mirarla resultaba en la curación de la mordedura de las serpientes solo porque Dios hizo depender el milagro de esa acción.

Sin embargo, ¿por qué hizo Moisés una escultura de una serpiente, la criatura que mordía a los israelitas? En primer lugar, veían frente a frente su problema mirando la representación de él. La clave del asunto no estaba en Dios o en Moisés, sino, en las serpientes que los israelitas habían atraídos sobre sí mismos. De hecho, si Dios no los hubiera protegido durante todos aquellos años por todo el camino, habrían sido mordidos por las serpientes o picados por escorpiones en muchas ocasiones (Deut. 8:15).

El significado de la serpiente de bronce tiene más profundidad. Una noche, Jesús explicó a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto así es necesario que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo aquel que crea, tenga en él vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:13-16).

Igual que los israelitas en el desierto, todos hemos sido mordidos y estamos muriendo, pero si decidimos creer, podemos vivir. Sin embargo, Jesús estaba hablando de la vida y de la muerte eterna, y él está en lugar de la serpiente de bronce.

Jesús dijo que él debía ser levantado como Moisés levantó la serpiente de bronce. Se cumplió cunado los soldados romanos lo clavaron y lo levantaron en una cruz de madera, hecha de un árbol. En la ley israelita, el condenado a pena de muerte quedaba colgado entre el cielo y la tierra siendo considerado un maldito de Dios (Deut. 21:22,23). Uno pensaría que los apóstoles evitarían la implicación de que Cristo fue maldito de Dios. Pero Pablo declara nítidamente: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: MALDITO TODO EL QUE CULEGA DE UN MADERO)” (Gal. 3:13).

Sin embargo, ¿por qué una serpiente representa a Cristo? ¿No representa, más bien, al pecado y la muerte, porque Satanás usó a esa criatura para engañar a Eva (Gn. 3)? Precisamente. Porque Dios “al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en él” (2 Cor. 5:21).

¡Imaginemos eso! ¡En cierto sentido, Cristo llegó a ser pecado! Él llevó todas las malas pasiones y la degradación egoísta de todos los millones y millones de personas que han vivido en este planeta en algún momento. Con ese abrumador diluvio de miseria derramado sobre él, e identificado con él, como si él fuera la personificación de todo ese mal, se entregó a sí mismo a la destrucción a fin de erradicar el pecado y todas sus consecuencias.

El remedio de Dios para la mordedura de la serpiente y del más serio problema de la falta de fe debe de haber tenido éxito, porque los israelitas avanzaron para obtener una serie de victorias.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Las palabras justas... parte 2

"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna." (Juan 3: 14, 15.) Todos los que hayan existido alguna vez en la tierra han sentido la mordedura mortal de "la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás." (Apoc. 12: 9.) Los efectos fatales del pecado pueden eliminarse tan sólo mediante lo provisto por Dios. Los israelitas salvaban su vida mirando la serpiente levantada en el desierto. Aquella mirada implicaba fe. Vivían porque creían la palabra de Dios, y confiaban en los medios provistos para su restablecimiento. Así también puede el pecador mirar a Cristo, y vivir. Recibe el perdón por medio de la fe en el sacrificio expiatorio. En contraste con el símbolo inerte e inanimado, Cristo tiene poder y virtud en sí para curar al pecador arrepentido.

Aunque el pecador no puede salvarse a sí mismo, tiene sin embargo algo que hacer para conseguir la salvación. "Al que a mí viene, no le echo fuera." (Juan 6: 37.) Pero debemos ir a él; y cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, debemos creer que nos acepta y nos perdona. La fe es el don de Dios, pero el poder para ejercitarla es nuestro. La fe es la mano de la cual se vale el alma para asir los ofrecimientos divinos de gracia y misericordia.

Nada excepto la justicia de Cristo puede hacernos merecedores de una sola de las bendiciones del pacto de la gracia. Muchos son los que durante largo plazo han deseado obtener estas bendiciones, pero no las han recibido, porque han creído que podían hacer algo para hacerse dignos de ellas. No apartaron las miradas de sí mismos ni creyeron que Jesús es un Salvador absoluto. No debemos pensar que nuestros propios méritos nos han de salvar; Cristo es nuestra única esperanza de salvación. "Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hech. 4: 12.)

Cuando confiamos plenamente en Dios, cuando dependemos de los méritos de Jesús como Salvador que perdona los pecados, recibimos toda la ayuda que podamos desear. Nadie mire a sí mismo, como si tuviera poder para salvarse. Precisamente porque no podíamos salvarnos, Jesús murió por nosotros. En él se cifra nuestra esperanza, nuestra justificación y nuestra justicia. Cuando vemos nuestra naturaleza pecaminosa, no debemos abatirnos ni temer que no tenemos Salvador, ni dudar de su misericordia hacia nosotros. En ese mismo momento, nos invita a ir a él con nuestra debilidad, y ser salvos.

Muchos de los israelitas no vieron ayuda en el remedio que el Cielo había designado. Por todas partes, los rodeaban los muertos y moribundos, y sabían que, sin la ayuda divina, su propia suerte estaba sellada; pero continuaban lamentándose y quejándose de sus heridas, de sus dolores, de su muerte segura hasta que sus fuerzas se agotaron, hasta que los ojos se les pusieron vidriosos, cuando podían haber sido curados instantáneamente. Si conocemos nuestras necesidades, no debemos dedicar todas nuestras fuerzas a lamentarnos acerca de ellas. Aunque nos demos cuenta de nuestra condición impotente sin Cristo, no debemos ceder al desaliento, sino depender de los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Miremos y viviremos. Jesús ha empeñado su palabra; salvará a todos los que acudan a él. Aunque muchos millones de los que necesitan curación rechazarán la misericordia que les ofrece, a ninguno de los que confían en sus méritos lo dejará perecer.

Muchos no quieren aceptar a Cristo antes que todo el misterio del plan de la redención les resulte claro. Se niegan a mirar con fe, a pesar de que ven que miles han mirado a la cruz de Cristo y sentido la eficacia de esa mirada. Muchos andan errantes, por los intrincados laberintos de la filosofía, en busca de razones y evidencias que jamás encontrarán, mientras que rechazan la evidencia que Dios ha tenido a bien darles. Se niegan a caminar en la luz del Sol de Justicia, hasta que se les explique la razón de su resplandor. Todos los que insistan en seguir este camino dejarán de llegar al conocimiento de la verdad. Jamás eliminará Dios todos los motivos de duda. Da suficiente evidencia en que basar la fe, y si esta evidencia note acepta, la mente es dejada en tinieblas. Si los que eran mordidos por las serpientes se hubieran detenido a dudar y deliberar antes de consentir en mirar, habrían perecido. Es nuestro deber primordial mirar; y la mirada de la fe nos dará vida.